sábado, 20 de enero de 2018
Hola, ¿qué tal?
Como bien he dicho, hace mucho que cambié. Simplemente con mi música, ahora escucho otras cosas, y de vez en cuando, las mismas que puse en mi blog. Porque así da de giros nuestra existencia. Hace poco, retomaba un tema: la gente vive como si nunca fuera a morir. En su intento de transmutarse en algo inmortal, se olvidan de la fragilidad y lo efímero de nuestra existencia, y de cualquier cosa en sí. Más si se compara. A algunos les amarga, pero a mí me trae calma. Siempre recuerdo la muerte. Y no con miedo, sino como un descanso, una paz, una bonificación por haber vivido como te trajo en gana. Seas como seas, la muerte te trae algo. Yo creo que algo más que infierno o paraíso, te trae descanso y la posibilidad de retomar el mundo otra vez y volver a intentarlo. Como animal, como humano, como... aire. Como una flor. Como lo que sea. Pero para que hagas las cosas bien. Eso creo.En fin, quería comentar que hoy fue un día hermoso. Pedí trabajo por primera vez.Y fue muy amable la chica que me atendió. No sé si sea así con todas las demás solicitantes, y dudo mucho que ese "te confirmo mañana con una llamada en el transcurso de la tarde" sea en realidad que me contrataran. Durante el momento que duró la entrevista, me sentí inmensamente feliz. Como que sí podía. Como que sí lo hacía. Como que... como que era yo una amiga suya, de aquella reclutadora que ni siquiera tuve la cortesía de preguntar su nombre o saludar (malditos nervios traicioneros). Contaré con lujo de detalle (al menos en o que cabe) mi anécdota de la primera vez que fui a pedir trabajo (y en el que espero inmensamente ser contratada). Me paré temprano, me vestí casual y bueno, eso es sin importancia, creo. El caso es que llegué, mi familia se quedó esperando afuera, sin presiones. Mi madre me miró con una cara que, con 19 años de experiencia a su lado, sigo sin poder descifrar en su totalidad. Sólo me miró como ella me puede mirar (lo digo en serio, si alguien más me mirase así le daría una paliza o al menos un insulto) pero en ella es... aterrador, como menos. Porque no sé qué significa. No sé qué sea. Y me duele, me lastima, me quema, me pulveriza en un pestañeo. Quizás sólo yo noté su mirada, porque nadie más a mi alrededor hizo algo. Podría jurar que se había detenido el tiempo. Al menos... por un instante. No respiré acelerado ni sentí mi corazón al mil por hora. Más bien, entré con una sonrisa, un paso torpe, una voz firme, mis audífonos y mucha timidez. Me sudaban las manos. Fue... hermoso. Me gusta sentirme nerviosa, al borde las cosas. Actúo mejor así. Cuando cerré esa puerta, supe que jamás en mi vida nada volvería a ser igual. Y eso me gustó. Me gustan los cambios, más que la estabilidad, porque aunque me den miedo, siempre salto hacia lo diferente. Me he dado de topes contra la vida, pero la he disfrutado muchísimo. Digamos que recuerdo tanto la muerte que me he vuelto temeraria.Incluso, al venero como la Santa que es y con todo el respeto que se merece. Al igual que Dios, al igual que la vida y todo en lo creo y considero sagrado. Soy una persona de mucha fé, y créanlo o no, creo que eso es lo que me mantiene de pie. Mi amor y fé en las cosas... en todo. En verdad creo en todo. No puedo dudar de casi nada, porque la vida es eso la expectativa, la ilusión, la... creencia. Cree en el mundo mejor y se hará realidad. Cree en tí mismo y te realizarás. Mientras escribo esto, suena mi canción homónima que pusieron mi nombre en honor a esa pieza de arte.Me gusta demasiado. Siento que me queda algo así. Habla de desamor y amor, con un lazo fuertísimo. Creo que mi vida es eso. Un constante sí o no. Me pregunto si así serpa la de los demás. Siempre que veo gente por la calle me imagino sus vidas o hacia dónde irán, qué harán, edad... me hago una biografía miniatura de aquel espectro que camina a mi lado, ya sea que lo vea todos los días o que sólo la casualidad dio el momento oportuno de vernos por lo menos una vez en la vida. Y no espero que me noten, de hecho, espero no ser detectada. Me gusta que no sepan ni quién soy, aunque casi siempre termino siendo reconocida por todos (que tiene sus beneficios pero a la vez no me agradan del todo). En fin, siguiendo con lo del trabajo, me acerqué al mostrador, pedí informes sobre la contratación, y mostré mi solicitud. Me pidieron que tomara asiento, que en un momento me atendían. Y eso hice. Creo que, dentro e todo, soy obediente y buena acatado órdenes.Pero dentro de mí arde el poder del liderazgo. O algo más. Quizás egoísta. Pero es una llama que arde, que quema y que ni siquiera me molesto en ocultar. Durante la entrevista, me pidieron mis motivaciones, que hablara de mí misma. Que fuera honesta. Dije y contesté con toda la verdad, aunque algo raro o de imprevisto fue que, al tomarme la mano la reclutadora, yo las tenía sudorosas. Y hacía un frío de perros. Pero no me sentí avergonzada, Casi ni lo noté, ni me importó, de hecho. Creo que actué bien. Contesté honestamente. Me sentí bien. A esperar los resultados de aquellas pequeñas accione que formarán una historia en el futuro, ¿no creen? Por supuesto que sí. Cada día es una historia... A la reclutadora, le inventaré una historia, porque ni siquiera sé nada de ella. Era muy guapa, bonita, aunque no tan natural. O algo así. De sobrenombre,le diré "caballito" porque traía unos tacones color piel altísimos, que no creo fueran cómodos. Y sonreía bonito, pero con dientes algo... no tan uniformes. Es caballito. Seguramente se llamaría Ana, o Karen, Katherine o Karina. Todas las que llevan ese nombre son hermosas. Cejas gruesas, piel blanca, cabello castaño por debajo del hombro. Estatura promedio (¿1.60?). Los tacones engañan, pero estoy segura que mide más que yo. Pelo lacio, lacio, demasiado... lo que más me gustó de ella fue verla sonreír. Lo que menos me gustó fue su tono algo... inconciso. De su ropa, me gustaron sus tacones.Lo que no me gustó fue su tan camisa (era tan irrelevante que ni siquiera la recuerdo con exactitud, y eso que yo me alimento de los detalles). Era delgada... Fina. Oh, caballito, donde quiera que estés (probablemente trabajando) te ruego te apiades de mí y me contrates. Tendrás 20 o 21 años, si es el caso, 1 o 2 más que yo, pero por favor... Sigue siendo tú. En fin, ¿quién quiere comer?
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