Soy una máquina de cosas que no quiere decir pero termina pensando y soltando al aire como si de un suspiro se trataran. Mi vida gira en torno a ideas que nunca tienen final y termino siendo un remolino de sustancias que envenenan alrededor de la gente que sólo mira y respira. ¿Es necesario mentir? ¿Qué tan necesario es existir? ¿No puedo cerrar mis ojos e imaginar que no soy yo y sólo viajo en una ola de mar enorme que me mira resbalarme entre la sal fatigada de tanto viajar por un cielo azul?
Hasta ser un diente de tiburón suena más delicioso que seguir caminando a dos pies y seguir cayendo en una espiral de poca cordura donde cada vez que tomo un lazo termina despedazándose en mil pedazos de una ilusión que alguna vez tuve y fui. Quisiera ver en mis dientes la alegría de soñar un nuevo amanecer. Ocasional, ocasional... no intencional. No pasa, no pasa, no pasa. No pasará. Sigo respirando porque el mundo se sigue moviendo al son de esta melodía donde tropiezo intentando danzar y jamás puedo sentarme sin sentir que me queman los pies por seguir intentando algo que quizás jamás esté a mi alcance, pero sigo soñando despierta con esa luz, esa estrella que ilumine mi camino. La lluvia que me persigue hasta llegar a casa deja un rastro lúgubre para recordarme que mi vida es una nube gris donde no puedo esperar que amanezca pronto el sol naranja y esponjoso que tanto añoro... que otra tormenta aparezca para mover las nubes de mi cielo.
Sólo jadeo para dejar de herir a la gente que creo vale la pena que siga viva en la tierra. Espero nunca nadie sepa de este lado horrible de mi alma y de lo que soy. Al final de cuentas. Soy yo también. La que piensa todo esto.